Parásitos Mentales
Auto-amputaciones cerebrales
La razón construyó el mundo moderno. Es una cosa preciosa, pero también frágil, que puede ser corrompida por irracionalidad aparentemente inofensiva.
El ser humano es sorprendente por la complejidad de su mente. Sí, todo nuestro cuerpo es extraordinario, pero el cerebro es el que a fin de cuentas va a definir quienes somos.
Esta supercomputadora, tiene la potencialidad de crear cosas inimaginables hoy día, descifrar algunos de los más grandes enigmas del universo, hacer habitables los entornos más hostiles para la vida humana y plantarle cara cada vez con más fuerza a la que hoy conocemos es la única “certeza”: la muerte. Es por ello que el cerebro es merecedor del más grande de los reconocimientos por ser el artífice de absolutamente todos logros de la humanidad.
¿Pero que tiene nuestro cerebro que no tienen los otros animales? ¿Qué lo ha llevado a ser capaz de conseguir nuestro ticket al panteón de las especies? Creo que en gran parte todo se ha dado debido a nuestra capacidad de observar.
Esta capacidad nos ha permitido entender y modificar nuestro entorno. Sin embargo esto no ha sido así siempre. Nuestras capacidades muchas veces se ven melladas por lo que, en palabras de Dawkins, vendrían a ser “los enemigos de la razón”.
Y es que estos factores, en la práctica, son drogas que entran en el juego ante la necesidad implacable que tienen los humanos de verdad. Pregúntenme como se creó el universo. Evidentemente no tengo una respuesta absoluta, pero soy tan soberbio que tengo que atribuirle una.
Existe un temor gigante a escupir tres palabras: “no lo sé”. Y es que esa puede ser la respuesta correcta muchas veces, pero el temor a esgrimirla nos hace buscar donde no necesariamente deberíamos hacerlo. El cerebro es grande sin embargo necesita tiempo para ir desentrañando todos los misterios del universo. En el periodo que tarda en hacerlo, se crean infinidad de explicaciones sin sustento alguno que entran a “competir” con la lógica.
Se nos dan respuestas masticadas para todos los gustos. Nos ahorra el trabajo de pensar, de buscar e investigar. Así, expectoramos una de nuestras habilidades más importantes como especie: la observación.
Los enemigos de la razón son una amputación intelectual. Entran en esos vacios mentales cual parásitos y nos convierten en vectores que los replican al infinito. Una vez que adquiriste el parásito mental este desarrollará una inmunidad a cualquier medicina que puedas aplicarle.
La incógnita es la siguiente: han pasado siglos de desarrollo motivado por nosotros mismos (cuando se nos antoja razona) y todavía nos seguimos negando al premio gordo. Seguimos prefiriendo escuchar a un solterón que probablemente sea tan cucufato que no ha vivido “nada”, a un Ph.D en física que ha podido apreciar los espacios más recónditos del universo.
Definitivamente los parásitos de la mente son muy fuertes. Espero no coger ninguno más.